Una de las razones para dejar la tuiteadera fue el trabajo; a partir de 2011 comencé a trabajar en el servicio público; estuve tres años y luego regresé al periodismo otros tres; y desde 2017 volví a trabajar en el sector público.
A veces sentía la necesidad de regresar a intentar arreglar el mundo a golpe de tuit, pero no encontré el tiempo y, francamente, muy seguido no sabía que decir.
Twitter se convirtió en un espacio de agresión, de disparates, una arena de odio. Algo de eso había ya; yo mismo lo usaba para desahogarme. Pero a mi me pareció que la vertiente agresiva subió como la espuma. Y me fui.
Ocasionalmente entraba para enterarme de un tema específico; Twitter sigue siendo un espacio para informarse de primera mano, para apreciar en poco tiempo las múltiples vertientes de una noticia; y sus mas variados detalles. Ahi siguen mis listas y siguen siendo muy útiles.
Recientemente he regresado; en manos de Elon Musk la red social del pajarito azul ha recuperado ese aire de espacio sin censura, pero con reglas raras impuestas por el nuevo dueño. Sigue siendo un espacio donde el odio campea; y sigue siendo el medio de comunicación más plural y más rápido.
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jmrobledo A ver cuanto aguanto...