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El fuego, los tambores, el circo...


La tarjeta de mi banco comenzó a ponerse sus moños al ir a sacar dinero del cajero automático; el sistema empezó a advertirme que próximamente vencería y que debería poner adicionalmente los números de mi mes y año de nacimiento. Otro tecleo molesto, cuando lo que realmente uno quiere es salir corriendo a despilfarrar el dinero en efectivo. Ya se sabe, el dinero te provoca una comezón que solo se quita gastándolo.

Me acerqué a preguntarle a la chica que amablemente asesoraba en ese momento a los usuarios; me mandó a una ventanilla a cambiar la tarjeta. Pasé rápido solo para ser despedido de inmediato por el cajero; mi credencial de elector estaba vencida. Protesté asegurando que soy cliente de ese banco desde 1997 pero no valió.

Siguiente paso: ir a renovar en el módulo del INE la credencial para votar. Le hablé a mi carnal Gracián para saber que documentos llevar; te traes tu acta de nacimiento, un comprobante de domicilio y la credencial vencida, me dijo.

Busqué entre mis papeles y no me encontré una acta de nacimiento. Está fácil, pensé, la tramito por internet. Búsqueda rápida y llegué a la página para solicitar tu Acta de Nacimiento, puse mi CURP y clic, nada no apareció ninguna acta. Intenté poniendo todos mis datos, nombre, fecha de nacimiento, tampoco. Mi Acta de Nacimiento no apareció.

Marqué a los números del Registro Civil en Jalisco, pero nadie respondió.

Mi prima Míriam es Oficial del Registro Civil en la delegación municipal donde fui registrado hace más de 52 años; un saludo vía WhatsApp y le conté mi tragedia; prometió revisar en el sistema.

Un par de días después me explicó que cuando se digitalizó mi Acta de Nacimiento en lugar de Gamiño, mi segundo apellido, alguien puso Carmiño o algo así. En resumen, mi CURP con la que buscaba el acta se vinculaba a un nombre que no existía en el sistema y, peor, mi nombre completo no existía en el Sistema.

No tengo idea cuanto tiempo fui un ciudadano no existente o invisible o sin registro; aunque en los archivos físicos (los libros del Registro Civil) estuviera mi Acta de Nacimiento escrita a mano con una tinta deslavada por el tiempo que debió ser puesta en el papel usando una pluma de guajolote, en la versión digital yo no estaba debidamente registrado.

Amablemente mi prima hizo las correcciones necesarias y el registro digital por fin se correspondió con el archivo físico. Solo un leve detalle: mi CURP cambió.

Con la nueva CURP fui a la oficina del Registro Civil y por 90 pesitos obtuve una impresión de mi Acta de Nacimiento. De paso me enteré que eso cuestan las actas de otros estados; para los locales mitad de precio, 45 pesos. 27 años viviendo aquí pero en estos detalles sigo siendo un foráneo. 

Y al fin pude ir con Gracián a tramitar mi nueva credencial para votar; y regresar al banco a cambiar el plástico (así le dicen los ejecutivos del banco a la tarjeta de débito). Por cierto, es un pedazo de plástico con un chip y una banda magnética; no trae número de tarjeta ni tampoco esos tres numeritos que son una clave. Todos esos datos están en la app del banco. Cosas de la tecnología bancaria.

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