Durante muchos años viví solo y me acostumbre a comer solo, en algún restaurante, en un puesto de la calle, en una cocina económica. Claro, a veces iba a comer con amigos, pero la mayoría de las veces lo hacía solo.
Lo he recordado porque Tanilo, mi gato, sigue con su insistencia de que lo acompañe a donde está su comida.
Voy al patio trasero, le pongo comida en su plato y cambio el agua de su bebedero; lo dejo ahí mordisqueando las empanaditas que le he servido.
Minutos después, trepa por la ventana del baño, da un salto sobre el cofre de la camioneta y hace que suene la alarma; llega hasta la puerta del taller y comienza a maullar.
Abro la puerta y lo dejo entrar, entonces comienza a maullar y a moderme la mano o el pie (cuando tengo puesto un huarache). Me da mordiditas hasta que voy de nuevo hasta donde está su comida.
Si tiene mucha hambre, sube sus manos ami regazo, clava sus uñas y busca mi mano para morderla, cada vez con mas desesperación.
Como lo hace ahora, mientras hago clic en "Publicar entrada".
Voy a dar de comer a Tanilo, que ya está ¡muy desesperado!
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